Meteoritos


El pasado domingo 28 de enero, habitantes de varios estados de la república mexicana pudieron ver un espectáculo inesperado: la caída de un meteorito. Si bien aún no sabemos exactamente donde cayó este objeto, nuestro conocimiento acerca de los meteoritos es suficiente para que tengamos una buena idea de que fué lo que iluminó los cielos aquella noche.

Nuestro sistema solar está formado por una gran variedad de objetos: primeramente está el Sol, que tiene 99.99% de la masa de todo el sistema; existen los nueve planetas que en conjunto poseen alrededor de un centenar de lunas de tamaños distintos, donde nuestra luna es una de las mas grandes; los cometas, compuestos parcialmente por hielos de distintos tipos y que siguen órbitas elípticas muy eccéntricas alrededor del Sol, se aproximan rapidamente a éste para después perderse en las regionas mas lejanas del sistema solar; los asteroides son objetos de menor tamaño que los planetas, y se hallan concentrados principalmente entre las órbitas de Marte y Júpiter, aunque recientemente se ha encontrado un nuevo grupo entre Saturno y Urano. Mientras que los asteroides mas grandes miden centenares de kilómetros de diámetro no podemos definir un tamaño mínimo para un objeto del sistema solar, ya que sabemos que existen innumerables cuerpos de dimensiones que van desde centenares de metros hasta proporciones microscópicas y que no podemos ver con nuestros telescopios. Estos últimos son los meteoritos: rocas, piedras y polvo que se hallan dispersos por el sistema solar.

Porqué se convierte de repente un meteorito en estrella fugaz? La Tierra, al igual que los demás planetas, atraen a estas partículas y de hecho las naves y satélites en órbita constantemente reciben impactos de micrometeoritos con masas normalmente menores que un millonésimo de gramo pero que viaja con velocidades de cientos de kilómetros por segundo. Entre mayor sea el tamaño de la partícula menor es su abundancia pero mayor es el impacto que puede causar en naves o en nuestra atmósfera. Cuando algún meteorito de tamaño respetable (de algunos kilos) penetra nuestra atmósfera es frenado por fricción con el aire y se calienta a temperaturas de miles de grados. En la enorme mayoría de los casos el meteorito se evapora completamente y no logra llegar al suelo. Los meteoritos de mayor tamaño a veces se separan en fragmentos y dan lugar a un varios trazos de meteorito en el cielo, algunos de ellos intensos y persistiendo un par de segundos. En casos excepcionales es posible oir un ruido, el cual indica que algún fragmento del meteorito muy probablemente cayó relativamente cerca del lugar. En estos casos es de gran utilidad registrar el lugar y la hora y la dirección hacia la cual se movía el meteorito y hacia donde se escuchó el sonido. Este tipo de información facilita enormente la búsqueda de fragmentos de meteorito, los cuales tienen un alto valor científico. Al parecer el meteorito del pasado 28 de Enero fué de tamaño considerable y cayó en algún lugar de la república mexicana.

La mayor parte de los meteoritos se formaron junto con el sistema solar y guardan algunos secretos acerca de como se formó nuestro sistema planetario hace unos 4600 millones de años. Mientras que en los planetas la fuerza de gravedad hace que los materiales mas pesados vayan hacia el centro y los gases queden en la parte externa formando una atmósfera, los meteoritos, poco masivos y por tanto sin contar con un campo gravitacional apreciable, han perdido todo su contenido gaseoso y estan compuestos de una mezcla homogenea de metales. Estos metales se formaron en estrellas masivas que vivieron antes que el Sol y que al explotar como supernovas produjeron estos metales. Los meteoritos guardan pues información que antecede incluso al sistema solar.

En ciertas fechas bien establecidas del año se dan las llamadas lluvias de estrellas. Para verlas en todo su esplendor es necesario hallarse en el campo, lejos de la ciudad que hace resplandecer artificialmente al cielo. Así, por ejemplo, el 12 de Agosto es posible llegar a ver unas 50 estrellas fugaces en una hora formando la lluvia de estrellas de las Perseidas. Están asociadas al hecho de que en 1862 el cometa Swift-Tuttle cruzó la órbita de la Tierra, dejando una estela de partículas. Se mueven de tal manera que en las noches de los dias 12 de Agosto algunas de ellas penetran la atmósfera terrestre convirtiéndose en estrellas fugaces. Sin embargo, no creemos que este haya sido el tipo de fenómeno que se observó el 28 de Enero.

Existe también la posibilidad de que el fenómeno observado no se deba a un objeto de miles de millones de años de antigüedad, sino de tan solo unos 20 o 30 años. Desde el lanzamiento del Sputnik I en 1957, se han lanzado al espacio unos 7000 satélites artificiales. La vida útil de un satélite es normalmente de unos cuantos años y muchos de ellos han dejado de operar desde hace varios años; en algunos casos se desconoce por completo su posición. Probablemente mas de la mitad de los satélites son (o fueron) de propósito militar y la información acerca de su órbita no es del dominio público. Estos satélites descontinuados y fuera de control constituyen la denominada chatarra espacial. De vez en cuando alguno de estos entra en la atmósfera, y siguiendo el mismo proceso que el de un meteorito, se prende dejando su trazo luminoso en el cielo. Existe entonces la (poco glamorosa) posibilidad de que el evento del 28 de enero haya sido de este tipo: la caída de un trozo de chatarra espacial que bien podríamos llamar un meteorito artificial.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 6 de febrero de 1996