La Luna, nuestro satélite natural


La Luna, el astro mas brillante del cielo nocturno, no brilla con luz propia. Al igual que los planetas y satélites, refleja parte de la luz solar que incide sobre su superficie. La Luna, mucho mas cercana, no solo refleja mucha mas luz, sino que es el único objeto nocturno del cual podemos distinguir a simple vista algo mas que un punto brillante. No es extraño que Galileo en 1609, cuando se convirtió en el primer humano en estudiar los cielos con un telescopio, haya apuntado el telescopio a la Luna, viendo por primera vez la sombra de los cráteres en su superficie.

En "El Mensajero Sideral", libro en el cual reveló los hallazgos de sus observaciones, Galileo describe minuciosamente varias de las principales partes del relieve lunar. En la superficie de la Luna se pueden distinguir dos tipos diferentes de terreno: las tierras altas relativamente brillantes llenas de cráteres, (Terrae en latin) y las tierras bajas mas obscuras y planas, que a ojos europeos aparecían como mares. De ahí que se conozcan como Maria que decir mar en latin.

Tan importantes como los primeros mapas de la superficie de la Luna realizados por Galileo, las misiones espaciales Apolo de 1969 a 1972 aumentaron enormemente la cantidad de información sobre la Luna y de ahí las concepciones que se tenían sobre su origen y evolución. El análisis de las rocas lunares que trajeron las misiones Apolo, junto con las medidas geológicas y las fotografías tomadas tanto en la superficie como en órbitas alrededor de la Luna, hicieron cambiar las teorías existentes sobre su origen y a la vez dieron los fundamentos para un nuevo enfoque al respectp. Aunque todavía no existe una teoría que logre explicar completamente la formación y evolución de la Luna, se han logrado grandes avances. Las rocas traídas a la Tierra muestran anomalías químicas en su superficie: por ejemplo el agua está prácticamente ausente, comparada con rocas terrestres. En contraste la proporción de los isótopos de oxígeno son similares a aquellas encontradas en la Tierra aunque muy distintas de las encontradas en los meteoritos.

Las similitudes entre la Tierra y la Luna, en cuanto a composición química, indican que ambos cuerpos de alguna forma están relacionados y arguyen en contra de la teoría de que la Luna fue capturada por la Tierra. Sin embargo, las diferencias en composición tales como las de los elementos volátiles y el hierro eliminan a su vez la teoría de la formación de la Luna como un fragmento de la Tierra. Hoy en día la teoría mas aceptada para el origen de la Luna supone que un cuerpo del tamaño de Marte impactó a la Tierra, produciendo un disco de material del cual se formó la Luna, conteniendo componentes tanto del impactador como de la Tierra. Aunque esta teoría no ha podido ser comprobada, puede explicar tanto las diferencias como las similitudes en cuanto a composición química.

Desde su formación hace aproximadamente 3800 millones de años, tanto la Luna como la mayoría de los planetas y lunas del sistema solar han pasado por períodos de abundante caída de meteoritos: se cree que en el pasado remoto llegaban a caer unos 1000 millones de veces mas meteoritos que en la actualidad. Los rastros de esta época se ven claramente en la superficie de la Luna, llena de cráteres. Lo mismo sucede en Mercurio y en muchas de las lunas de Marte, Júpiter y Saturno. Ciertamente la Tierra sufrió también este tipo de impactos, pero los activos procesos geológicos terrestres han borrado gran parte de los cráteres formados hace miles de millones de años. Este período de intensos bombardeos de meteoritos en la Luna mezcló muchas de las rocas originales de la corteza mas antigua con el material de los meteroritos. Por ello en muestras de rocas lunares se encuentra una mezcla de muchos materiales que de otra manera estarín muy alejados físicamente unos de otros. Asi, aunque en la Luna se han tomado muestras directamente en sólo 9 localidades se tienen muestras de muchos tipos de rocas debido al transporte de materiales exóticos por los impactos meteoríticos.

El estudio de la Luna no sólo es importante para entender su origen y evolución, sino que también se trata de un laboratorio natural para estudiar la geología planetaria. Ya que en la Luna no hay deriva continental ni cambio climático, siguen existiendo rocas de 4000 millones de años que nos dan información sobre la historia temprana del sistema solar, de la cual no disponemos en la Tierra. Mas aún, entender la formación de la Luna y su historia nos ilustra acerca de la Tierra ya que, al parecer, desde su origen la Luna ha estado estrechamente ligada a la Tierra.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 21 de Mayo de 1996