Objetos celestes para telescopios pequeños:
IV. nebulosas de la Vía Láctea


Las nebulosas son, como su nombre lo indica, vastas nubes de gas situadas dentro de la Vía Láctea. Desde la gran nebulosa de Orión, sitio favorito para estudiar la formación estelar, hasta la nebulosa del Cangrejo, gas expulsado por la catastrófica explosión de una estrella hace poco menos de mil años, pasando por la nebulosa planetaria de la constelación de la Lyra, las nebulosas están estrechamente ligadas con la vida de las estrellas. Hasta finales del siglo XVIII poco interés existía por estos objetos, los mas brillantes de los cuales fueron catalogados por Charles Messier hacia 1780, con el fin de prevenir confusiones para los buscadores de cometas. Hoy en día el catálogo de Messier, que además de nubes de gas de nuestra galaxia incluye cúmulos de estrellas y galaxias externas, es el mas empleado por los astrónomos aficionados del mundo entero.

Practicamente todas las nebulosas son demasiado tenues para ser percibidas a simple vista. En general no son objetos fáciles de observar con telescopios pequeños, ya que su tenue y difuso brillo exige un cielo oscuro. La mas fácil de observar (y de fácil ubicación) es la nebulosa de Orión, situada en la estrella central de la espada de Orión, al sur de tres brillantes estrellas alineadas que forman el cinturón de Orión: Alnilam, Alnitak y Mintaka. La nebulosa de Orión (M42) tiene magnitud cuatro y un diámetro de un grado, que corresponde al doble del de la Luna llena. Por su extensión conviene observarlo con poco aumento, o incluso con binoculares. Con mayor aumento es posible distinguir el famoso Trapecio de Orión, un grupo de cuatro estrellas de magnitudes 5.1, 6.7, 6.7 y 7.9, muy calientes y cuya radiación mantiene a la nebulosa brillando. Este tipo de nebulosas se conocen también como nebulosas de reflexión, siendo la trífida (M20) otro ejemplo accesible a telescopios pequeños o medianos. Tiene una extensión similar a la de la Luna llena, pero al ser de magnitud 8.5, requiere un cielo oscuro y un telescopio con una apertura de unas seis pulgadas (15cm) para ser observado. La nebulosa de la Trífida brilla con los característicos colores rojo y azul del gas hidrógeno. A menos de dos grados de la Trífida, en la constelación de Sagitario, se encuentra M8, la nebulosa de la Laguna, de misma extensión pero -al ser mas brillante (mag 5.8)- de mas fácil observación. Ademas de M42, M8 y M20, otros dos ejemplos notables de nebulosas donde se están formando estrellas, mas brillantes que magnitud ocho y accesibles a telescopios pequeños, son las nebulosas del Aguila (M16) y la Omega (M17).

En algunas etapas de inestabilidad, estrellas como el Sol eyectan cáscaras de gas al medio interestelar dando lugar a las llamadas nebulosas planetarias -que, a pesar del nombre, nada tienen que ver con los planetas. Las nebulosas planetarias son mas pequeñas y débiles que las nebulosas de reflexión, requiriendo mayor aumento, una mayor apertura (por lo menos seis a ocho pulgadas) y un cielo oscuro. Las dos mas notables son la Dumbell y la de la Lyra. La primera tiene magnitud 8.1 y mide 8 por 4 minutos de arco; la de la Lyra es mas débil (magnitud 9.0), pero al ser mas compacta (sólo un minuto de arco) tiene mayor brillo superficial. De hecho la nebulosa planetaria mas brillante, la de la Hélice, tiene una magnitud total de 6.5 pero, al abarcar una extensión similar a la de la Luna llena, es demasiado tenue para los telescopios pequeños. Su observación requiere baja magnificación y un cielo muy oscuro. Tal vez no es casualidad que esta nebulosa, catalogada como NGC 7293, no esté dentro del catálogo de Messier.

De las nebulosas de nuestra galaxia, las mas difíciles de observar son los remanentes de supernova. De hecho sólo la nebulosa del Cangrejo (M1) es accesible a telescopios de seis pulgadas. Tiene una extensión de 6 minutos de arco (la quinta parte de la Luna llena) y magnitud 8.4. Con un telescopio pequeño presenta una forma ovalada y se requiere una apertura de ocho pulgadas o mas para percibir su estructura. Esta nebulosa tiene menos de mil años de edad y el gas en ella se está expandiendo a mas de mil kilómetros por segundo. Los remanentes de otras supernovas mas recientes, como la de Tycho de 1542 y Kepler 1609, son aun mas débiles e inaccesibles a telescopios pequeños.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 13 de junio del 2000

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