Sintonizando el Universo


En 1930, Karl Jansky, un ingeniero en telecomunicaciones de los laboratorios Bell, realizaba experimentos con el fin de deshacerse de interferencias espurias en la antena de radio que él mismo había construido. Descubrió que la señal que causaba esta interferencia tenía un ciclo de 23 horas y 56 minutos y por lo tanto llegó a la conclusión de que se originaba mas allá de la Tierra e incluso del sistema solar. En 1932 Jansky anunció que esta señal de radio provenie de hecho del centro de la galaxia que habitamos.

El hallazgo de Jansky logró aparecer en algunos periódicos pero en realidad su descubrimiento no fué mayormente apreciado. No siendo un astrónomo, Jansky terminó por dedicarse a otras cosas. Uno de los pocos que se percató de la importancia de este descubrimiento fué Grote Reber quién entre 1936 y 1937 construyó la primera radio antena diseñada específicamente al estudio del cosmos. Con este instrumento de 10 metros de diámetro Reber hizó el primer mapa del cielo en radio y durante casi una década fué practicamente el único radioastrónomo del mundo.

Al término de la segunda guerra mundial, durante la cual se desarrolló enormemente el radar, empezó a proliferar el estudio del cielo con detectores de radio. Inglaterra fué uno de los primeros países en incursionar en la radioastronomía al construir en los años cincuentas cerca de Manchester el radiotelescopio de Jodrell Bank, una antena de poco mas de 80 metros de diámetro. La antena mas grande del mundo tiene 100 metros de diámetro y está cerca de la ciudad alemana de Bonn. Frecuentemente los radiotelescopios son empleados también para recibir señales de naves enviadas al espacio por el hombre. En 1957 la antena de Jodrell Bank siguió con detalle al misterioso Sputnik I, el primer satélite artificial que fuera lanzado por los soviéticos. Por su parte la antena de 64 metros de Parkes, Australia, ha participado en la recepción de datos de las sondas Viajero y, recientemente, de la sonda Galileo. Gracias al radiotelescopio de Parkes millones de personas pudimos ver "en vivo" la llegada del hombre a la Luna. El radiotelescopio de mayor tamaño en el mundo no es una antena propiamente: se trata de una estructura tallada como un cráter en el suelo y recubierta de metal para adquirir la forma precisa de una parábola. Este radiotelescopio, en Arecibo, Puerto Rico, tiene mas de 300 metros de diámetro.

La radioastronomía adquirió un enorme auge a partir de los sesentas, cuando se empezaron a hacer importantes descubrimientos y se comprendió que muchos de estos hallazgos sencillamente no podrían haberse hecho sin radiotelescopios. Un ejemplo es la detección de gas hidrógeno frío, imposible de ver directamente con telescopios ópticos. El hidrógeno, que constituye el 75% de la materia detectable en el Universo, "brilla" en la frecuencia de 1420 megahertz; gracias a esto fué posible probar que nuestra galaxia es del tipo espiral. Un descubrimiento que redituó en un premio Nobel, fué el de los pulsares en 1968. Cinco años después con el radiotelescopio de Arecibo se descubrió el pulsar binario PSR1913+16: su cuidadoso estudio a lo largo de 20 años permitió demostrar que este objeto muy probablemente emite ondas gravitacionales tal y como lo predice la teoría de la relatividad de Einstein. Joe Taylor y Bob Hulse recibieron en 1993 el premio Nobel por este hallazgo. Otro descubrimiento notable es el de la llamada "radiacción de fondo", una débil señal distribuida por todo el cielo y que es considerada como una evidencia directa de que nuestro Universo nació en una gigantesca explosión hace unos 15 mil millones de años (esto valió otro premio Nobel). Finalmente, el combinar las señales de radiotelescopios situados a miles de kilómetros de distancia ha permitido estudiar fuentes de radio que subtienden en el cielo ángulos de millonésimas de un grado: esto equivale a leer un ejemplar de Síntesis a 100 kilómetros de distancia

En los últimos años los astrónomos han procurado abrir todas las ventanas al Universo: no solo telescopios y radiotelescopios, sino también telescopios de luz infrarroja y ultravioleta, de rayos X y rayos gamma, y en el futuro telescopios de neutrinos y ondas gravitacionales. Por su parte, el Instituto Nacional de Astrofísica, Optica y Electrónica (INAOE) en Tonantzintla está involucrado con la Universidad de Massachusetts en la construcción de una antena de 50 metros de diámetro que será el telescopio de microondas mas grande del mundo al inicio del siglo XXI. La radioastronomía nos ha enseñado que para comprender a la naturaleza no basta con observar el Universo: también hay que sintonizarlo.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 2 de Julio de 1996