Tycho Brahe y la supernova del año 1572


Tycho Brahe nació en 1546 en el pueblo de Skåne, situado en aquél entonces en Dinamarca y hoy en día en Suecia. Siendo de familia noble, tuvo acceso a una buena educación y pudo desarrollar su talento. A los trece aņos conoció a un profesor de medicina de nombre Johannes Pratensis, quien motivó su interés hacia la astronomía. En el mismo aņo el joven Tycho vió el eclipse del 21 de agosto de 1560, quedando asombrado de que fuera posible la predicción de eclipses. Desarrolló una pasión por la precisión que plasmó en su forma de trabajar. Se especula que la pérdida de la naríz a los veinte años, en un duelo "amistoso" con otro noble Danés, motivó en parte su interés en la alquimia y un deseo de encontrar una aleación adecuada para una naríz postiza, la cual terminó siendo de una aleación de oro, plata y cobre. Entre sus grandes aportaciones a la astronomía, como el estudio detallado del movimiento de la Luna, destacan sus observaciones de posiciones planetarias, realizadas mayormente desde su propio observatorio, "Uraniborg", en la isla de Hven. Como parte de este trabajo, Tycho midió las posiciones de estrellas que usaba de referencia con una precisión de hasta quince segundos de arco, menos de un centésimo del diámetro de la Luna. En su lecho de muerte Tycho le pidió a Kepler que completara sus tablas de movimientos planetarios, eventualmente conocidas como las "tablas Rudofinas" en honor del emperador Rodolfo II de Praga, y de las cuales Kepler deduciría las leyes del movimiento planetario.

La noche del 11 de noviembre de 1572, Tycho estaba dando un paseo antes de comer cuando se percató de la presencia de una nueva estrella en Cassiopea, mas brillante que todas las estrellas de la constelación y de la noche. Estupefacto, Tycho detuvo su andar, embelezado por el brillo de la estrella, comparable al de Venus y que llegó a ser perceptible de día. Tycho la observó por mas de un año, notando que, a diferencia de los planetas, la estrella nueva no se movía con respecto a las otras estrellas. Concluyó que no estaba localizada "dentro de la esfera de la Luna, ni en ninguna de las de las siete estrellas errantes (los planetas), sino en la octava esfera, junto con las demás estrellas fijas". Dejó registro del brillo y color de la estrella nueva hasta marzo de 1574, cuando dejó de ser visible a simple vista. La misma estrella fue observada en otras partes de Europa, en China y en Corea, durante los mismos dieciseis meses.

Lo que Tycho observó fue una supernova, la explosión catastrófica de una estrella que durante algunas semanas brilla tanto como una galaxia entera, con la luminosidad de cientos de miles de millones de estrellas. A partir de las observaciones del mismo Tycho se ha concluido que la supernova de 1572 fue del tipo I, las cuales se dan en estrellas binarias. En estos sistemas hay una estrella enana blanca, la cual captura materia de la estrella compañera. La masa de la enana blanca va aumentando hasta alcanzar el límite de Chandrasekhar, en el cual la estrella deja de ser capaz de soportar su propio peso y se colapsa, dando lugar a la explosión de supernova. En el lugar en el cual Tycho Brahe vió la estrella nueva se encuentra actualmente una nebulosa formada por el gas que alguna vez constituyó a la estrella y que fue lanzado violentamente por la explosión. Las nebulosas de este tipo se conocen como remanentes de supernova y su estudio es todo un campo de la astronomía. El remanente de la supernova de Tycho es una intensa fuente de radio, lo cual permitió de hecho su identificación con la supernova de 1572. Mas de cuatrocientos años después de la explosión, el gas se sigue expandiendo a velocidades de varios miles de kilómetros por segundo. Los remanentes de supernova son también intensas fuentes de rayos X, emitido por el gas que tiene temperaturas de millones de grados.

Tycho Brahe, uno de los mas notables astrónomos de todos los tiempos, falleció en Praga en octubre de 1601, unos años antes de la invención del telescopio. Tres años después, su discípulo Johannes Kepler tuvo también la fortuna de observar una supernova. Estas fueron las dos últimas supernovas visibles en la Vía Láctea. Parecería como si la llegada del telescopio, cinco años después de la supernova de Kepler, hubiera inhibido la explosión de supernovas por cuatro siglos, dejando a muchas generaciones de científicos esperando la fortuna de ver una supernova con sus propios ojos. Hoy requerimos de un buen telescopio para ver el resto de la supernova SN1572, la estrella de Tycho que alguna vez iluminó el cielo nocturno.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 24 de octubre del 2000

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