Venus, el planeta del efecto invernadero


Por su situación en el sistema solar y su semejanza de tamaño con la Tierra, Venus fué considerada durante mucho tiempo el planeta gemelo de la Tierra. Su circunferencia es de unos 38,000 kilómetros, casi idéntica a la de nuestro planeta que es de 40,000 kilómetros. La gravedad en la superficie de Venus es la de mayor similitud con la terrestre. Textos de astronomía de principios del siglo XX indicaban que el relieve venusino podía distinguirse y se especulaba fuertemente sobre la posibilidad de vida en Venus. Después de todo, por su distancia al Sol, se podía estimar que la temperatura en la superficie de Venus debería ser de unos 70 u 80 grados centígrados, lo cual podría permitir la existencia de vida distinta a la humana.

Sin embargo, este panorama alentador fué desapareciendo paulatinamente. A principios de siglo quedó establecido que lo que vemos de Venus desde la Tierra no es su superficie, sino la capa superior de nubes. Debido a que es imposible ver la superficie venusina, la atmósfera de Venus debía ser mucho mas gruesa que la de la Tierra. En 1924 se midió la temperatura de la capa superior de nubes y se encontró que era de -30 grados centígrados. En primera instancia se pensó que esta gruesa atmósfera podría poteger al planeta de la radiación solar y hacer que la temperatura en la superficie fuera aún mas similar a la de la Tierra. Sin embargo, en 1940 Rupert Wildt, estimó que de estar compuesta principalmente de algún gas similar al dióxido de carbono, la atmósfera venusina debería retener la radiación infrarroja que emite la superficie del planeta provocando un calentamiento similar al de un invernadero. Wildt estimó que la temperatura en la superficie de Venus podría llegar a alcanzar unos 140 grados centígrados. Pasaron casi 20 años y en 1958 fueron reportadas observaciones con radiotelescopios que revelaron una temperatura superficial de 350 grados centígrados. Este descubrimiento confirmó la hipótesis de Wildt de que la atmósfera de Venus funciona como un invernadero. A finales de los años sesentas las sondas soviéticas Venera 4, 5 y 6 penetraron la gruesa capa de Venus, y si bien ninguna logró llegar a la superficie transmitiendo datos, comprobaron que la atmósfera de Venus está constituida en 97 % de dióxido de carbono, el hoy en día denominado gas del efecto invernadero. Basándose en la evidencia de una alta temperatura y presión en la superficie, la sonda Venera 7 fué diseñada para soportar temperaturas de mas de 500 grados centígrados y una presión 180 veces mayor que la de la atmófera terrestre. El 15 de Diciembre de 1970, a las 8 de la mañana 37 minutos y 32 segundos, hora de Moscú, la sonda logró llegar en aceptables condiciones a la superficie de Venus y transmitió datos por otros 23 minutos. Midió una temperatura de 474 grados centígrados y una presión 90 veces mayor que la presión atmosférica terrestre. Quedó claro que las condiciones en la superficie de Venus son extremas y va incluso mas allá de las estimaciones hechas por Wildt treinta años antes.

Cómo funciona el efecto invernadero? Por qué el dióxido de carbono deja penetrar la radiación solar y después no la deja salir de Venus? En realidad todo tiene que ver con la longitud de onda de la radiación (su color) y las propiedades del dióxido de carbono. El Sol emite energía en forma de luz visible, principalmente amarilla. El dióxido de carbono es transparente a la luz visible y por ello deja que ésta penetre hasta la superficie del planeta (es por el mismo motivo que el dióxido de carbono es invisible). La radiación llega a la superficie de Venus y la calienta. El suelo de Venus al calentarse emite a su vez radiación hacia arriba. Sin embargo, la longitud de onda de la radiación emitida depende mas que nada de la temperatura del objeto que la emite. Mientras que el Sol, con una temperatura de mas de 5000 grados emite luz visible, la superficie de Venus, con una temperatura de 470 grados emite luz infrarroja. El dióxido de carbono, que dejó pasar la radiación visible del Sol, no es transparente a la luz infrarroja y por lo tanto la refleja de regreso a la superficie de Venus. La energía relacionada con esta radiación infrarroja ya no puede escapar y el resultado neto es una mayor temperatura en el planeta.

El descubrimiento del efecto invernadero en Venus dió lugar a una nueva comparación con la Tierra. La atmósfera de nuestro planeta esta compuesta principalmente de nitrógeno, que es transparente tanto a la luz visible proveniente del Sol como a la luz infrarroja que emite nuestro planeta hacia el espacio. Sin embargo, el aumento en dióxido de carbono que ha provocado la actividad industrial humana provoca que nuestra atmósfera sea cada vez mas opaca a la radiación infrarroja y, al no dejarla escapar tan facilmente, provoque un aumento de temperatura en la Tierra. Un pequeño aumento de temperatura a nivel mundial ya ha sido notado con preocupación. Existen además algunos factores que pueden acelerar el proceso de calentamiento: por un lado el aumento de temperatura da lugar a una mayor evaporación del agua del planeta, la cual en su forma de vapor de agua es altamente opaca a la radiación infrarroja. Por otro lado, la destrucción de la capa de ozono provoca que sea mayor la cantidad de energía solar que llega a la superficie de la Tierra.

En realidad todavía es prematuro pensar que la Tierra ha llegado al punto en que el efecto de invernadero es irreversible y provocará un calentamiento catastrófico de la Tierra. Pero no deja de ser irónico que nuestra propia actividad pueda hacer que una antigua creencia pase a convertirse en realidad, al convertirse la Tierra en el planeta gemelo de Venus.


Esperanza Carrasco Licea & Alberto Carramiñana Alonso
Diario Síntesis, 16 de Abríl de 1996